Doctor perfecto by Louise Bay

Doctor perfecto by Louise Bay

autor:Louise Bay [Bay, Louise]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-20T00:00:00+00:00


20

Zach

Se queda quieta y su boca abandona la mía. ¿Espera que yo tome el mando? La imito, pues prefiero que sea ella quien marque el ritmo. Está claro que le quedan cicatrices de su última relación y no deseo hacer nada que las agrave o las empeore.

—Eres muy sexy —susurro.

Se aparta para mirarme con expresión incrédula.

—¿Yo?

Se mueve en mi regazo, le acaricio el culo y gimo al sentirla. Es suave incluso completamente vestida.

—Por supuesto que sí. —¿Cómo puede dudarlo?⁠—. Y ese es el mejor beso que me han dado.

Se sonroja y mi pecho se hincha de orgullo. Quiero verla más ruborizada. Quiero que brille siempre como cuando le hago un cumplido.

Le acaricio la cara, le paso el pulgar por el pómulo y me pregunto qué pasará después. Si este beso ha sido un precursor de algo más o si tendré que intentar contentarme con el mejor beso de mi vida.

—Deberíamos fregar —sugiere—. O mejor, lo haré yo. Has estado muy ocupado…

—Ninguno de los dos va a ponerse a fregar. Eso puede esperar.

Mira hacia el fregadero como si creyera que los platos van a discutir conmigo.

—¿Quieres que nos tomemos el vino y nos sentemos frente al fuego? —⁠pregunto; estoy luchando contra el impulso de cogerla en brazos, llevarla al dormitorio y centrarme en su cuerpo, donde le podré arrancar todos los sonidos que sé que es capaz de emitir.

—¿Es eso lo que quieres? —señala.

Me río. No le gustaría oír lo que quiero hacerle.

—¿Qué quieres hacer tú?

Suspira y se retuerce, como si fuera capaz de leerme la mente. ¡Joder!, tengo que controlarme. Reprimo en mi interior toda la necesidad que siento por esta mujer, aunque estoy a punto de estallar.

—Quiero que me beses —susurra.

Veo cómo se humedece los labios con la lengua, como preparándose. Hundo los dedos en su pelo y acerco su cabeza a la mía. Nuestras bocas se encuentran y aprovecho para saborearla, explorarla, devorarla…

Se apodera de mí el instinto animal, me pongo de pie con ella en brazos y me giro para sentarla en la encimera. Me doy cuenta de que caen al suelo algunas cosas, pero me parece que nada se rompe. Desciendo por su cuello, chupando y lamiendo. Cuando llego a su clavícula, me doy cuenta de que tengo que parar.

Aparto la boca y me apoyo en la encimera, con las manos a los lados de ella.

—¡Joder! Tengo que enfriarme.

—No recuerdo que los besos hayan sido nunca así —⁠dice.

Los besos no son así, punto. No lo digo porque esté pensando algo que no quiera decir, porque no soy el típico tipo que diría cualquier cosa para desnudar a una mujer preciosa. No quiero que parezca una frase sin más, porque no lo es. Es la verdad y la siento como si la tuviera grabada a fuego en mi piel. Con ella todo esto es muy bueno. Mejor que nunca. Diferente a todo lo que he sentido antes.

Quizá sea porque solo son besos y, por primera vez en mucho tiempo, no sé si hay algo más después de ellos.



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